En la peña de San Lorenzo, que cubre el tunel de la Gotera y que separa los
Valles de Villasimpliz
y La Vid, hay una
ermita desde la que se divisan los dos valles y a la que es tradición subir el día de 10
de agosto, día de San Lorenzo y patrono del pueblo de La Vid.
Pero cualquier día del año es bueno para dar un corto paseo hasta la misma y poder disfrutar de las vista que tenemos desde el peñón y que describe de la siguiente forma el gordonés Alfonso García:
“Praderío y roca agreste configuran el escenario del
entorno. Buscando diversos puntos de mira, el denominador común incita a la paz
y la contemplación. De frente –mirando hacia el camino hecho-, La Vid, recoleto, íntimo, se
extiende a los pies. Más allá, Ciñera, sólo en parte, y, al fondo, el Cueto San
Mateo, que se alza robusto y firme, como vigía de la comarca. Abajo, a su
izquierda, bajo las montañas rasgadas y tajantes, el paso de “La Gotera” que, contemplado
desde aquí hace comprensible la leyenda sobre el dragón de este paso.”
Para llegar al punto de inicio de la ruta en La Vid, desde Camplongo, tenmos unos 12 kms. y más o menos otros tantos minutos
Para llegar a la ermita, saldremos desde la plaza de la iglesia parroquial de de La Vid dedicada a San Juan Bautista, a cuyo lado podemos dejar el coche aparcado.
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Iglesia de San Juan Bautista (La Vid de Gordón) |
Tras dejar atrás la iglesia cruzamos el puente sobre el Río Bernesga, donde encontramos un cartel que nos invita a hacer el recorrido un poco más largo siguiendo la ruta denominada Las Colladas de San Salvador y que aparte de llegar hasta la ermita de San Lorenzo nos llevaría por Villasimpliz y por Buiza y que no seguirermos en este caso salvo para llegar hasta la Peña de San Lorenzo.
Atravesaremos también la Carretera Nacional-630 y la vía del tren, por un tunel bajo ambas para continuar luego por un camino entre muros.
A unos 300 metros del punto de partida dejaremos el camino, hacia la derecha siguiendo la dirección de una poste con una flecha que nos indica la senda a seguir. Tras continuar durante un pequeño tramo más o menos llano llegaremos a una loma por la que iniciaremos la subida más pendiente del recorrido y en la que hay varios postes de madera que sirven de guía, viendo ya a nuestra espalda La Vid y Ciñera un poco escondida todavía.
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La Vid, punto de partida de la ruta, subiendo por la loma |
Dejaremos la loma para continuar luego hacia la derecha, ahora por un sendero bien marcado y prácticamente llano, entre robles donde también veremos algunas marcas que nos indican que vamos por el camino correcto.
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La Vid ,y Ciñera por detrás de la cantera |
Y poco antes de abandonar el robledal ya divisamos la ermita muy cerca y también el Brañacaballo por encima del peñasco, en invierno siempre cargado de nieve aún en años en que las nevadas son escasas.

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La ermita de San Lorenzo sobre la peña del mismo nombre |
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Vistas al Cueto San Mateo |
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El Brañacaballo |
Y llegando a la ermita tenemos una pequeña zona donde debemos subir por las rocas aunque unos asideros de hierro a modo de pasamanos hacen que no represente una gran complicación. Aún así debemos andar con cuidado pues la caida hacia la parte del tunel que da a Villasimpliz es importante.
Salvado este paso estamos ya en el rellano en el que se asienta la ermita de San Lorenzo y que en tiempos fué conocida como de San Vicente de La Gotera, situada a casi 1.300 metros de altitud.
La ermita, como otras muchas, tiene su leyenda, que es la siguiente:
La leyenda del Cuélebre de La Gotera
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo vivía
en el paraje conocido como La
Gotera un cuélebre de enormes dimensiones, que reclamaba de
los vecinos de La Vid
un tributo de una oveja diaria bajo amenaza de que, si no cumplían con su
requerimiento, liberaría el agua del Río Bernesga que mantenía represada con su
panza, provocando una inundación que arrasaría todo el pueblo.
En cierta ocasión le llegó el turno a un humilde vecino que no tenía ninguna oveja para poder pagar el tributo y, ante la obligación de entregar en sustitución a su única hija al cuélebre, ésta se encomendó a San Lorenzo, que por aquel entonces se encontraba haciendo la guerra en Tánger.
Llegó el santo con sus dos hermanos pequeños, San Vicente y San Pelayo, y juntos elaboraron una torta con tierra carbonosa de la zona, cobre procedente de Cármenes y óleo de engrasar carros, que provocó la indigestión del cuélebre, momento aprovechado por San Lorenzo para darle muerte con su lanza.
No tuvo un final perfecto la historia, puesto que el cuélebre, en el momento de su muerte, se revolvió tanto y bramió tan fuerte que los dos hermanos menores de San Lorenzo murieron del tremendo susto que se llevaron.
En cierta ocasión le llegó el turno a un humilde vecino que no tenía ninguna oveja para poder pagar el tributo y, ante la obligación de entregar en sustitución a su única hija al cuélebre, ésta se encomendó a San Lorenzo, que por aquel entonces se encontraba haciendo la guerra en Tánger.
Llegó el santo con sus dos hermanos pequeños, San Vicente y San Pelayo, y juntos elaboraron una torta con tierra carbonosa de la zona, cobre procedente de Cármenes y óleo de engrasar carros, que provocó la indigestión del cuélebre, momento aprovechado por San Lorenzo para darle muerte con su lanza.
No tuvo un final perfecto la historia, puesto que el cuélebre, en el momento de su muerte, se revolvió tanto y bramió tan fuerte que los dos hermanos menores de San Lorenzo murieron del tremendo susto que se llevaron.
Decidió San Lorenzo retornar a Tánger tras la muerte de San Pelayo y San Vicente, pero he aquí que antes de ello se topó con una mula que cargaba una gran piedra de alabastro y, subiendo ambos a la cima de la peña de La Gotera (de lo que queda constancia por las huellas que la acémila dejó en la roca por el gran peso de su carga), utilizó la losa para construir un sepulcro para sus hermanos, usando también las costillas del cuélebre para levantar el armazón de la ermita en la que, según la leyenda, descansan los restos de ambos santos.
La subida y bajada hasta la ermita, unos 3,5 kms., puede llevarnos una hora y media aunque a un ritmo un poco más rápido puede hacerse en menos tiempo.
Mapa de la ruta y enlace al track en wikiloc |
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Soy de Ciñera aunque me fui de niña, en 1973. Pero recuerdo subir a la ermita con 6 o 7 años. Aún recuerdo la leyenda de la serpiente y ver las huellas de la mula. Hace mas de 50 años. Jamás he olvidado ese día.
ResponderEliminarPués vale la pena repetir. Un lugar digno de visitar. Un saludo.
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